martes, 6 de enero de 2009

LO QUE QUEDA DETRAS DE ELLA


Una pequeña multitud se agolpa siempre detrás de Ella, como quilla de barco que rompe la mar se acumulan las olas de gente al pasar el navío, queda la mar en calma. Sonidos diversos se adivinan tras de sí, cautivadores al igual que los que van por delante. Como una claqueta de cine, que marca el final del rodaje suenan las sillas de madera cerradas por los encargados del ayuntamiento, suenan los escobones de la limpieza al compás de soleá dame la mano, retumban las persianas de los bares que empiezan a descansar después del largo día de Semana Santa, silvan suspiros de personas que apoyadas en un portón piensan si quizás la vuelvan a ver el año que viene, abrigos que se cierran y cuellos que se alzan por el frío que atemoriza estas tierras por Marzo, plegarias que no se escuchan ni siquiera por el que está a nuestro lado, recuerdos de un día que sentimos su divino peso en nuestra cerviz, el viento vuelve a tomar las calles, que hasta que pasó Ella eran suyas. Y poco a poco la Paz.
Suenan algunas latas pateadas sin querer por algún chiquillo, ya los sones de la Banda casi ni se perciben, qe vacio tan grande deja la Hermandad, que había vestido de Domingo a la Calle por donde pasaba por unos minutos, que ganas de que vuelva de nuevo a pasar con su fragancia a incienso y torrijas. Solo quedan en la lejanía ya los brillos de los canutillos de aquel que bordaran las adoratrices, pronto se apagaran como estrellas en el firmamento, y sólo nos quedará el recuerdo en la memoria, de la que tanto echamos mano para alimentar nuestra existencia. Que bonito, que elegante es al despedirse de nosotros, aunque no oigamos ya el crujir de los varales, aún tenemos el soniquete en nuestros adentros del tintineo de los borlones contra el varal.
Buscan desaforadamente la calle más cercana para llegar a la casa lo más pronto posible,pero ya en la cama, seguiremos teniendo en la retina esa trasera de palio que recibió nuestra mirada, rezo, o petición al depedirnos de El, algún día lo volveremos a sacar ese momento del baúl que es nuestra memoria, para contarlo o para aliviar un mal trago, seguro que sí.